soledad

La soledad en la adolescencia

En la juventud la soledad está vinculada con el fracaso en las relaciones con los iguales y los primeros amores, es decir, se produce al no sentirse parte del grupo. En esta etapa la persona se desapega de los padres y los amigos se convierten en el vínculo más importante.

 

Se trata de una época para conocer gente nueva y establecer relaciones de compañerismo y amistad donde se comparten experiencias e intereses comunes. Los jóvenes pueden sentirse especialmente solos los fines de semana por la noche, si no tienen encuentros sociales.

 

La experiencia de la soledad

Existen dos experiencias diferenciadas entorno al concepto de soledad. No es lo mismo sentirse solo que estar solo. La persona que se siente sola percibe carencias en sus relaciones con los demás bien por distanciamiento o bien por incomprensión. En cambio, la persona que está sola se encuentra en una situación objetiva y vivencialmente sola.

 

El sentimiento de soledad nace de la insatisfacción en a las relaciones sociales, es decir, de la diferencia existente entre el tipo de relaciones que uno quiere y/o necesita y lo que obtiene en la cercanía e intimidad personal real. Implica una experiencia de pérdida, abandono, déficit o ausencia de figuras significativas.

 

Tanto las dificultades para estar solo como para relacionarse con los demás son aspectos centrales de la soledad.

 

La falta de capacidad para estar solo tiene dos formas: la evitación de la soledad o el refugio en ella.

 

Para evitar la soledad la persona puede intentar conseguir intimidad demasiado rápido en las relaciones interpersonales, pero, paradójicamente, lo que suele ocurrir es que los demás se sienten incómodos y se distancian.

 

Por el mismo motivo, pueden implicarse en relaciones inapropiadas que, cuando fracasan, acentúan la soledad o buscar desesperadamente una pareja para aliviar este sentimiento.

 

El refugio en la soledad es una estrategia de protección frente a los rechazos sociales reales o imaginados. Evitando así ataques potenciales a su autoestima, aunque esto sirva para perpetuar la soledad que padecen.

La soledad como oportunidad

La soledad se considera un problema cuando no se elige, no se sabe estar con ella o no se sabe salir de ella. Para poder afrontarla, en primer lugar, hay que reconocer que uno se siente solo o está solo, tarea nada fácil.

 

En segundo lugar, es importante mejorar la habilidad para estar solo permitiendo así poder estar en contacto con uno mismo, con los propios deseos y necesidades y disfrutar más de las actividades en solitario. Todo esto facilitará que las relaciones sean menos dependientes y la persona menos vulnerable a compromisos de riesgo.

 

Por último, un fracaso en las relaciones interpersonales puede ser una oportunidad si revisamos nuestro estilo de relación con los demás y aprendemos de la experiencia. Lo que nos permitirá mejorarnos a nosotros mismos si lo consideramos necesario, ya que las habilidades sociales se aprenden y ayudan a aumentar la calidad de las relaciones interpersonales.

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